Sondeando en Internet, descubrí que, en varios estudios realizados en diferentes países, el porcentaje de mujeres estudiando carreras referentes a STEM es menor a un 30%.
Me sorprendí un poco porque en este siglo en el que existen grandes avances en cuanto a igualdad de género, todavía hay muchos estereotipos sobre las carreras que “son o no son aptas” para las mujeres; los padres diciéndoles a sus hijas que las carreras como ingeniería mecánica, ingeniería civil e ingeniería eléctrica entre otras, se les da mejor a los hombres porque ellas no podrán trabajar en lugar donde prácticamente solo hay hombres, no podrán mandarlos ni respetarán su autoridad u opinión… O cuando hay chicas estudiando alguna de esas carreras, los mismos compañeros dicen que no son buenas en eso, porque en estas carreras se necesita “carácter” y fuerza.
Todos estos estereotipos y más, existen en nuestro país, lo que hace que muchas niñas piensen que no pueden o que no deben estudiar carreras STEM, antes de siquiera intentarlo. Si son valientes, lo intentarán y lograrán graduarse como ingenieras. A esto, le sigue el reto de encontrar un trabajo digno relacionado con su área, en el que sus colegas o colaboradores respeten sus opiniones y decisiones. Romper todos estos estereotipos es un enorme trabajo que aún tenemos por hacer.
Cuando pienso en todo esto, me siento afortunada y orgullosa de estar en una empresa como Sherwin-Williams de C.A. donde trabajamos muchas mujeres profesionales, algunas de ellas ocupan puestos de Dirección, Gerencias, Coordinaciones, Jefaturas… Estoy segura que el camino no ha sido fácil, han tenido que trabajar duro, pero lo han logrado. Que existan empresas salvadoreñas que dan la oportunidad para que todas podamos dar lo mejor de nosotras mismas, podamos aportar, proponer, innovar y que nos brinden la confianza de decirnos “hágalo”, nos da esperanza a los salvadoreños de decir, sí se puede romper paradigmas, sí se puede lograr la igualdad en las empresas; si una empresa lo está haciendo, porque no podrían las otras.
A todo esto, debemos agregar que existen programas como Science Girl Camp, donde se les brinda la oportunidad a varias niñas de llegar a una empresa y que conozcan que existen mujeres salvadoreñas que han logrado ser profesionales y obtener un trabajo en el que se sienten motivadas para dar lo mejor de sí, y que les permite cumplir con sus metas. Esto hace que las chicas se proyecten y piensen; yo quiero estar ahí, yo también puedo lograrlo, si ellas lo hicieron, ¿por qué yo no? Que todo lo que les han hablado o han leído sobre procesos, calidad, automatización, química, matemática, mecánica… cobre vida y vean que todo eso no solo es teoría si no que, sí se aplica en la vida real y es un valioso aporte para que la empresa cumpla con su propósito, y que detrás de todo esto, hay mujeres que lo hacen posible.
Enseñarles esto a las niñas es como abrirles los ojos a nuevas posibilidades, ampliarles un poco más su mundo… mostrarles que posiblemente no será fácil (porque definitivamente no lo es), pero con trabajo duro se puede lograr.